miércoles, 29 de junio de 2011

El Modernismo o la doctrina de la Creación evolutiva

Nacida en uno de los tantos seminarios existentes en Centroamérica, la doctrina de la creación evolutiva o modernista pretende negar la veracidad de la Biblia, al atacar lo dicho por el Señor en el primer y el último libros de las Sagradas Escrituras, con lo cual dejar como simple mitología las verdades reveladas por Dios.


Son dos las doctrinas principales que pretender presentar como falsas, dejando a Jesucristo, a Lucas y a Pablo como los más grandes mentirosos de la historia de la humanidad.


Claro que ellos no dicen eso. Qué va. Pero una somera revisión a sus postulados los coloca en el grupo de quienes dice Pedro “Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina.(2Pe 2:1).


Sus enseñanzas acerca de la Creación, de allí su nombre, son como sigue:


Dios creó una célula, la que se dedicó a cuidar hasta que evolucionó convirtiéndose en hombre. Ese postulado tiene apariencia de docto y confunde a muchas mentes poco dadas a escudriñar las Escrituras hasta obtener el conocimiento de la revelación de Dios. De allí que muchos teólogos enseñen a sus congregantes que la Biblia no es para razonarla sino para creerla. Con esa mentira impiden que las mentes sencillas decidan examinar sus enseñanzas y guiarlos al error.


Si mencionamos Genesis 1:26 y 27, ellos, sin el menos rubor dicen que Pese a que Dios creó una célula y que cuidó de ella en todo su proceso evolutivo, no pudo decirle la verdad a Moisés pues ni él ni los hombres a quienes se dirigía estaban intelectualmente preparados para comprender. Tremenda mentira, pues eso equivaldría a decir que Dios creo seres incapaces de comprender la verdad.


Además, de ser cierta su doctrina, Jesucristo mintió cuando ante una pregunta de los fariseos, El, respondiendo, les dijo: ¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo (Mateo 19:4).


También resultarían mentirosos Lucas y Pablo, pues el evangelista al dar la genealogía de Jesús se remonta hasta Adán, de quien dice hijo de Enós, hijo de Set, hijo de Adán, hijo de Dios. (Lucas 3:38 ) Y Pablo quien mentiría diciendo: No obstante, reinó la muerte desde Adán hasta Moisés, aun en los que no pecaron a la manera de la transgresión de Adán, el cual es figura del que había de venir. (Romanos 5:4)


Con estas citas vemos cómo, en el colmo de la maldad y siguiendo los designios del maligno, tratan de negar la veracidad de la Bendita Palabra. Recordemos que Jesucristo preguntó: ¿Quién de vosotros me redarguye de pecado? Pues si digo la verdad, ¿por qué vosotros no me creéis? (Juan 8:46)


Mientras eso sucede con la narración de Génesis, veamos que sucede con Apocalipsis, el último libro de la Biblia.


Según ellos el Lago de fuego mencionado en Apocalipsis 19:20; 20:13-15 y 21:8 no existe y que la muerte segunda que allí se menciona se menciona es la separación de Dios por la eternidad. Refuerzan su aserto diciendo que Dios no es malo para echar a sus hijos en el asador.


Aquí podemos ver dos errores o maldades, como se prefiera: El primero, mostrar nuevamente a Jesucristo como mentiroso pues Él dice: Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego. (Mat 5:22)


También podemos encontrar otro error doctrinal: Ellos hacen a todos los hombres hijos de Dios cuando no es así. Solo son hijos aquellos que han nacido de nuevo por el Espíritu, al creer en y a Jesucristo.


Dios avisó al hombre acerca de su destino final y le dio instrucciones para evitarlo. El no envía a nadie al Lago de fuego. El hombre va a la condenación porque en su libre albedrío decidió no creerle a Dios.


Ya saben hermanos, debemos creerle a Dios y no dejarnos llevar para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error (Efesios 4:14)